Para combatir el dolor, cada vez más gente usa la quiropraxia



Una de las terapias a las que recurren cada vez más argentinos con dolor de espalda o de cuello, ciática, migrañas o con artritis es la quiropraxia, una técnica de manipulación espinal para alinear la columna y controlar el dolor que aparece cuando una vértebra aprieta alguno de los nervios que parten de la médula.

La Asociación Quiropráctica Argentina (AQA) y la Fundación Quiropráctica Argentina (FQA) estiman que unas 3000 personas por día reciben cuidados quiroprácticos en las 18 provincias donde atienden los 150 quiroprácticos, todos con formación universitaria previa en medicina, registrados en ambas instituciones.

"Hay una tendencia creciente en el uso de la quiropraxia: hay más quiroprácticos y más trabajo -resumió el licenciado en kinesiología y fisioterapia José María Galetto, que preside la FQA-. En 1993, éramos 20 quiroprácticos en el país y, ahora, más de 200 profesionales con una formación previa en salud y con, por lo menos, 700 horas de capacitación para detectar y corregir las subluxaciones vertebrales."

La mayoría llega a la consulta quiropráctica como último recurso para eliminar un dolor, quizás antes de una cirugía, y el resto, como una primera opción para encontrar alivio. La alternativa aparece en una charla informal entre familiares o amigos. Y los especialistas se apuran a responder que cada vez reciben más menores de 45 años, incluidos bebes.

Evangelina es analista de sistemas, usa la quiropraxia para eliminar los efectos orgánicos de la tensión laboral y lleva a su beba de 16 meses por prevención. "Se lo comenté a una doctora y me dijo que de más no está porque sabe que Elena tiene las vacunas y los controles pediátricos al día. La nena no llora, no se queja y está muy bien de salud", señaló.

La quiropraxia ajusta subluxaciones vertebrales. "Las vértebras se mueven hacia adelante, hacia los costados y en rotación. Cuando esto último ocurre, se cierra el orificio por el que sale el nervio y lo comprime", explicó Diego Mellino, doctor en quiropraxia por la Universidad de Life en Georgia, Estados Unidos, donde es una carrera universitaria.

Según un estudio en la Universidad de Boston citado por Mellino, bastaría una presión con el peso de una moneda de cinco centavos como para afectar el 60% del funcionamiento del sistema nervioso. "En general, se tienen dos o tres subluxaciones: cervical o lumbar y dorsal -agregó el fundador de La Clínica de la Columna-. El 80% de los seres humanos sufrimos la primera subluxación en el parto y el 20% restante, desde que nace hasta los cinco años, período en el que una persona se cae unas 2500 veces."

Según esa definición, no quedaría nadie sin una subluxación vertebral. Pero el licenciado en kinesiología Hernán Blázquez, presidente de la AQA, aclara: "La corrección o el ajuste manual no intenta transformarse en el tratamiento de un síntoma o una enfermedad, ni los exámenes y el cuidado quiroprácticos buscan reemplazar la atención de la medicina. En cambio, busca eliminar una forma principal de interferencia al esfuerzo innato del cuerpo para estar bien, y es complementaria con todas las prácticas que mejoran la salud".

Pero aunque la quiropraxia se asocia rápido con el alivio de un molesto dolor de espalda, cintura o cuello, los motivos de consulta son de los más variados: migrañas, artritis, enfermedades autoinmunes, etcétera. Pero el año pasado, la revista New Scientist publicó que no existen evidencias sólidas de que la manipulación espinal tuviera efectos terapéuticos, salvo para el dolor de espalda, y que hasta puede producir lesiones graves, como alterar la irrigación cerebral.

Al respecto, los expertos aseguraron que los riesgos de esta terapia, sin fármacos, cirugías ni estiramientos riesgosos, surgen cuando la aplican personas sin la formación adecuada (ver aparte). "El trabajo en el consultorio se limita a proporcionar un cuidado quiropráctico efectivo, seguro y económico de corrección de subluxaciones vertebrales en personas de todas las edades", insistió Blázquez, en las sesiones que no superan los 30 minutos.

Karina Marino llevó al pequeño Santiago a una consulta después de que le diagnosticaran un trastorno generalizado del desarrollo (espectro austista). "No tenía por qué pensar que, a los 4 años, necesitaba un tratamiento de columna, pero una radiografía mostró una rectificación [pérdida de la curvatura natural] cervical", explicó.

A dos meses del inicio de las sesiones, Santiago mejora del problema cervical y también desarrolló una mejor conexión con su entorno, algo importante para el espectro autista.

"No puedo asegurar que gracias a la quiropraxia mi hijo está mejor porque hay otros profesionales que lo atienden. Pero al mes de recibir sólo quiropraxia, sonaba un celular lejos o alguien hablaba y se daba vuelta."

A los 74, Josefina Vernier no tiene palabras para describir la panacea para sus problemas de columna, gástricos y hasta una úlcera. "Hice acupuntura, yoga, de todo, pero nunca logré el mismo alivio. Hasta me sacaron los problemas intestinales -dijo-. Tenía las cervicales muy dañadas y no podía dormir de noche."

El primer día, hace dos años, sintió mareos y mucho sueño. "Soy diabética, tengo hipertensión y una hernia. Me hago siempre los estudios clínicos, pero la quiropraxia es algo adicional que no voy a abandonar."

Fabiola Czubaj
LA NACION

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